Publicado el 13/06/2013
Para los franquistas el 18 de julio era siempre un aniversario a festejar (incluso establecieron un salario extraordinario para los trabajadores que se llamaba "la paga del 18 de julio"), porque rememoraba el golpe de Estado contra la República española, que ellos llamaban con su típica grandilocuencia fascistoide Alzamiento Nacional. Eso no pasaría de ser un acto conmemorativo lógico en cualquier dictadura. Lo que ya no era tan lógico y, desde luego, completamente absurdo y esperpéntico, era que un militar, que ocupaba el poder por la fuerza y que no pertenecía a ninguna dinastía real, tratara de pavonearse como un reyezuelo por los palacios y reales sitios de la monarquía histórica española, ofreciendo recepciones, almuerzos y besamanos al lado de su esposa, la siempre presente generala Carmen Polo. Desde fuera, todo esto era objeto de risa y se veía como una astracanada constante, de manera que no se le prestaba mayor atención. Sin embargo, el régimen genocida franquista buscaba siempre la aquiescencia a estas astracanadas por parte de su tutor en la sombra, que eran los Estados Unidos de América. A tal efecto, por vía diplomática, se interesaba de la Administración norteamericana la emisión de una nota o telegrama de felicitación, que los americanos aceptaban, a pesar de las risas que todo este faranduleo palaciego y decadente de los franquistas les provocaba. En el caso del video, la Embajada de USA en España cursó un telegrama del presidente Nixon, felicitando al dictador por tan magna celebración.
Las imágenes que presentamos a nuestros suscriptores son especialmente significativas, porque unos días después de esta astracanada palaciega, las Cortes franquistas iban a aprobar la designación de Juan Carlos como Príncipe de España y como heredero del dictador militar, en un intento a la desesperada por asegurar la continuidad del régimen y de resolver la que entonces se conocía como crisis sucesoria.
La idea de los franquistas era constituir una nueva dinastía -incluso llegando a emparentar a uno de los Borbones con la nieta del dictador, matrimonio amañado que acabó como el rosario de la aurora-, cuya cabeza dinástica sería el propio Franco, idea que sería abandonada después por esperpéntica, pues nadie podría tragarse el pegote de una dinastía encabezada por un extraño a la realeza y duraría menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Otra de las alternativas que barajaban los franquistas, como solución a la sucesión del dictador, era una regencia -la tesis regencialista se llamaba por entonces-, que consistía en poner a un regente -como lo era el propio Franco, que no fue más que un regente de facto- y diferir el problema sucesorio en el tiempo, lo que también acabó desechándose por inseguro. De esta forma rocambolesca, se llega a la designación formal, como futuro rey, a Juan Carlos, que había venido siendo educado para ello, aunque los franquistas más conspicuos no se fiaban de él porque lo veían un botarate, si bien de cara a la opinión pública lo ensalzaban como portador de mil virtudes.
Así las cosas, los franquistas llegan a creerse que son una monarquía católica, tradicional, representativa y social, según su acostumbrada formulación retórica grandilocuente, por lo que emprendieron una tarea de presentar al dictador como un rey. A esa idea respondían estas recepciones en el palacio de La Granja, que habían sido una práctica antigua de la monarquía borbónica.
Los observadores exteriores de estas astracanadas las veían como algo muy cómico. Además es que parecía que los franquistas se esmeraban, sin proponérselo, en ridiculizar a su líder, pues en la recepción de La Granja que vemos en el vídeo, le ofrecieron un concierto de Manuel de Falla interpretando "La Vida Breve", lo que era toda una alegoría, más que a la pareja de vejestorios que presidían la recepción, a todo el entramado del régimen. Sin embargo, el régimen franquista sigue vigente en España. Capitostes franquistas que aparecen en las imágenes, como Pío Cabanillas o Manuel Fraga, siguieron como actores de la política española hasta su muerte, incluso como dignos padres de la falsa democracia de opereta que ahora sufren los españoles.
Las imágenes que presentamos a nuestros suscriptores son especialmente significativas, porque unos días después de esta astracanada palaciega, las Cortes franquistas iban a aprobar la designación de Juan Carlos como Príncipe de España y como heredero del dictador militar, en un intento a la desesperada por asegurar la continuidad del régimen y de resolver la que entonces se conocía como crisis sucesoria.
La idea de los franquistas era constituir una nueva dinastía -incluso llegando a emparentar a uno de los Borbones con la nieta del dictador, matrimonio amañado que acabó como el rosario de la aurora-, cuya cabeza dinástica sería el propio Franco, idea que sería abandonada después por esperpéntica, pues nadie podría tragarse el pegote de una dinastía encabezada por un extraño a la realeza y duraría menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Otra de las alternativas que barajaban los franquistas, como solución a la sucesión del dictador, era una regencia -la tesis regencialista se llamaba por entonces-, que consistía en poner a un regente -como lo era el propio Franco, que no fue más que un regente de facto- y diferir el problema sucesorio en el tiempo, lo que también acabó desechándose por inseguro. De esta forma rocambolesca, se llega a la designación formal, como futuro rey, a Juan Carlos, que había venido siendo educado para ello, aunque los franquistas más conspicuos no se fiaban de él porque lo veían un botarate, si bien de cara a la opinión pública lo ensalzaban como portador de mil virtudes.
Así las cosas, los franquistas llegan a creerse que son una monarquía católica, tradicional, representativa y social, según su acostumbrada formulación retórica grandilocuente, por lo que emprendieron una tarea de presentar al dictador como un rey. A esa idea respondían estas recepciones en el palacio de La Granja, que habían sido una práctica antigua de la monarquía borbónica.
Los observadores exteriores de estas astracanadas las veían como algo muy cómico. Además es que parecía que los franquistas se esmeraban, sin proponérselo, en ridiculizar a su líder, pues en la recepción de La Granja que vemos en el vídeo, le ofrecieron un concierto de Manuel de Falla interpretando "La Vida Breve", lo que era toda una alegoría, más que a la pareja de vejestorios que presidían la recepción, a todo el entramado del régimen. Sin embargo, el régimen franquista sigue vigente en España. Capitostes franquistas que aparecen en las imágenes, como Pío Cabanillas o Manuel Fraga, siguieron como actores de la política española hasta su muerte, incluso como dignos padres de la falsa democracia de opereta que ahora sufren los españoles.